Por más de 19 años ha sembrado conocimientos, valores e inclusión en cada aula que ha
pisado. Su vocación no conoce límites ni condiciones. Su nombre es Gina Gisela Zambrano
Avellán, y su historia es un testimonio vivo de lo que significa educar con amor y propósito.
Desde el kilómetro 20 del sector San Agustín, en el cantón Sucre, emerge una mujer cuya
vida ha estado marcada por la convicción profunda de servir. A sus 52 años, Gina continúa
con la misma pasión que la impulsó siendo apenas una joven, al elegir la docencia como
camino de vida. No lo hizo por azar ni conveniencia, lo hizo por vocación. Porque entendió
que educar no es solo transferir conocimientos, sino tocar vidas y transformar realidades.
Licenciada en Ciencias de la Educación con especialización en Castellano y Literatura, y
con un máster en Pedagogía en Entornos Digitales, Gina no se ha conformado con enseñar
desde el pizarrón. También ha investigado, innovado y liderado. Su aporte al mundo
académico se refleja en publicaciones como el estudio sobre el uso de la herramienta
Quizizz en procesos de evaluación formativa en estudiantes de básica superior, difundido
en la revista científica Yachasun. Pero más allá de los títulos, lo que distingue a Gina es su
entrega incansable.
Cuando la pandemia paralizó al mundo, ella se puso en marcha. No hubo conectividad ni
distancias que detuvieran su vocación. Junto a su colega Geoconda Mendoza, recorrió casa
por casa para entregar fichas pedagógicas a sus estudiantes. En cada hoja, más que tareas,
entregaba esperanza.
Actualmente, Gina ejerce como docente y Líder Educativa en la Escuela de Educación
Básica Dr. Aquiles Valencia, donde enseña a estudiantes de Primero a Décimo Año de
Educación General Básica. Allí, su compromiso trasciende lo académico. Jesús, un niño de
quinto año con discapacidad es parte activa de cada clase, cada dinámica, cada juego.
“Incluir a un niño con discapacidad en las actividades es fundamental para promover la
igualdad, la empatía y el desarrollo integral”, afirma la docente con la firmeza de quien
predica con el ejemplo.
Su liderazgo ha sido reconocido. Desde 2018, ha guiado a otros docentes con el mismo
ímpetu que guía a sus alumnos. En 2024, obtuvo el segundo lugar en el concurso
MINGATÓN, organizado por el Distrito Educativo 13D11 San Vicente-Sucre. Pero más allá
de los premios, lo que realmente la enorgullece son las huellas que deja en cada niño y niña
que ha tocado con su enseñanza.
Gina Zambrano no es solo una maestra, es un símbolo de vocación, resiliencia e inclusión.
Ella representa a esas docentes que, en silencio, cambian el mundo desde un aula, con una
palabra, con un gesto, con un abrazo. Y lo más admirable: lo hace cada día, como si fuera
el primero.