Educación Técnica con corazón: Mariuxi Alcívar, la docente que convierte el aula en una experiencia de vida

En Rocafuerte, entre aromas a pan recién horneado, recetas tradicionales manabitas y sueños estudiantiles que se cocinan a fuego lento, Mariuxi Alcívar Ruíz ha encontrado el sentido de su vocación: enseñar con pasión y formar no solo técnicos, sino también seres humanos íntegros.


Tiene 49 años y más de 18 los ha dedicado a la docencia, pero en su mirada aún brilla la misma ilusión de aquella joven que un día se dijo a sí misma: “Seré maestra y haré que mis alumnos disfruten aprendiendo”. Meta que ha cumplido con creces. Hoy, sus estudiantes no solo aprenden de emprendimiento, gestión y hotelería, sino también de valores, resiliencia y amor por lo que se hace.


Mariuxi no se limita a impartir clases. Ella transforma el aula en un espacio vivo, dinámico, casi mágico, donde los jóvenes del Bachillerato Técnico se sienten parte de una experiencia inolvidable. “La docencia la llevo en las venas”, dice con orgullo y se nota su energía, creatividad y vocación reflejada en cada proyecto que lidera.


Todo comenzó en la Unidad Educativa Diana Esther del cantón Sucre, donde sembró las primeras semillas de innovación. Allí, creó una Unidad de Producción que funcionaba como una empresa real: panadería, banquetes, eventos, un auténtico laboratorio de sueños emprendedores. Su paso por esa institución dejó huella, pero el destino la llevó de vuelta a su tierra natal Rocafuerte y al colegio que lleva el mismo nombre.


Desde 2014, Mariuxi ha sido una de las impulsoras del Bachillerato Técnico en Servicios Hoteleros en la Unidad Educativa Rocafuerte. Lo hizo junto a un equipo comprometido con la educación técnica, convencida de que formar jóvenes con habilidades concretas y sentido humano es una apuesta por el futuro.


Pero su espíritu no conoce fronteras. En 2022, junto a colegas de la Unidad Educativa Ignacio Hernández de la isla San Cristóbal, creó el Intercambio Pedagógico Cultural Gastronómico Manabí-Galápagos, un puente de sabores, costumbres y aprendizajes. Ya son cinco ediciones de este encuentro que une a jóvenes de dos mundos distintos bajo una misma pasión: aprender y compartir.


En cada clase, Mariuxi enseña más que técnicas culinarias. Promueve el amor por las raíces manabitas, el compromiso con el trabajo bien hecho y la certeza de que los sueños son posibles. “Quiero que mis chicos sean felices, que rompan paradigmas y que sean buenos seres humanos”, afirma. Y cada estudiante que la recuerda, lo confirma.


Porque en su aula no solo se aprende a servir una mesa o cocinar una receta: se aprende a vivir con propósito, con alegría, con compromiso. Y eso, sin duda, es lo que convierte su labor en algo verdaderamente inolvidable.

MÁS NOTICIAS

Lorem ipsum dolor sit amet, consectetur adipiscing elit, sed do eiusmod tempor incididunt ut labore et dolore