NOBOA ROMPIÓ EL MOLDE

Santiago Palacios Montesinos

Comunicador Corporativo santiagopalaciosm@gmail.com

La carpa política ecuatoriana nunca deja de sorprendernos con sus giros y tramas, y en esta ocasión, la atención se centra en la designación del presidente Daniel Noboa a la vicepresidenta Verónica Abad como embajadora por la paz en Tel Aviv. Sin embargo, antes de entrar en debates sobre la relevancia de esta decisión, es crucial recordar el verdadero significado de “vice”: un cargo que está por debajo de, una persona que suple al titular. La falta de conocimiento puede llevar a malentendidos sobre las intenciones detrás de esta designación. Algunos podrían interpretarlo como una reducción de responsabilidades para la vicepresidenta, o una pelea interna, cuando en realidad, su función principal es suceder al presidente de la República de forma temporal o definitiva, según las circunstancias. Es fundamental comprender que la vicepresidenta ha asumido roles adicionales a lo largo del tiempo, dependiendo de las disposiciones constitucionales vigentes. Abad puede no estar de acuerdo, y querer de esta decisión, generar una tormenta comunicacional, pero la Constitución de Ecuador establece que el presidente de la República tiene la potestad de asignar funciones a su vicepresidente. En este contexto, su designación como embajadora por la paz no es una ruptura con las normas constitucionales, sino una interpretación de estas. Sin embargo, destaca por ser la primera vez en la historia moderna del país que un presidente tiene a su vicepresi- denta gobernando desde fuera de la sede gubernamental en la capital. Esta decisión, lejos de restar importancia a la función de la vicepresidenta, debería ser vista como una oportunidad para demostrar la versatilidad y capacidad de adaptación de un líder en el ámbito internacional. Además, esta designación resalta la importancia que el presidente Daniel Noboa otorga a la diplomacia y a la construcción de relaciones internacionales para promover la paz. En lugar de centrarnos en la percepción de que se está restando importancia a la vicepresidencia, deberíamos ver este nuevo papel como una ampliación de las capacidades de Verónica Abad y como una expresión del compromiso del gobierno ecuatoriano con el escenario global. La vicepresidenta ahora tiene la oportunidad de representar al país en una posición que va más allá de las fronteras nacionales, contribuyendo a la imagen internacional de Ecuador y fortaleciendo la diplomacia ecuatoriana. En conclusión, la designación de Verónica Abad como embajadora por la paz en Tel Aviv no debería interpretar- se como una reducción de funciones, sino como una muestra de la flexibilidad de liderazgo en un mundo cada vez más interconectado. En vez de cuestionar, podríamos celebrar esta decisión como un paso hacia la consolidación de la presencia de Ecuador en la escena internacional y como un reconocimiento de las habilidades multifacéticas de la vicepresidenta

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