OTRO CHASCO DE DEBATE

Ni debate, porque no hubo contraposición de ideas. Ni careo, porque ni siquiera se miraban a los ojos. Lo que los ecuatorianos observaron el pasado domingo fue un espacio para pura propaganda electoral. Segundos costosos y valiosos de exposición en televisión nacional y en redes sociales de lo que, en estos días de campaña electoral, ya se ha escuchado de los candidatos. ¿Quién, a estas alturas de la campaña, no sabe lo que el aspirante experto francotirador propone en materia de seguridad? ¿Quién no sabe lo que el candidato ecologista plantea en política medioambiental?

Lo que los votantes quieren ver, señores del Consejo Nacional Electoral, a ver si les queda claro de una vez y por todas, es un DE-BA-TE. La Real Academia de la Lengua Española lo define como discusión y controversia. No entre los moderadores y los candidatos, sino entre los aspirantes. Constreñir a responder preguntas preestablecidas en 60 segundos, réplicas de 15 y respuestas de 45, simplemente mata el espíritu del debate.

Sería tan fácil reunir a todos los candidatos en una mesa redonda, cuadrada o romboide, de la forma que más le guste al CNE, y sentarlos a conversar entre ellos con la guía de un moderador. Que respondan, que se repliquen y se acusen. ¡Qué fácil que es!, pero se busca lo menos conveniente para el votante. ¿Por qué será?

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