CAMBIOS OBLIGATORIOS PARA PRÓXIMOS DEBATES

En cada nuevo proceso electoral se evidencian las falencias del Código de la Democracia, que además impide que cualquier reforma, aunque resulte indispensable, pueda realizarse durante el desarrollo de ese proceso. Todo cambio deberá programarse para un año después, diligencia que una vez que se llevan a cabo las elecciones cae en el olvido, resurgiendo en la siguiente contienda electoral. Tal es el caso del debate, que en primer vuelta saca a la luz el exceso de candidatos y la existencia de partidos políticos de alquiler, así como un formato que es incapaz de lograr la discusión de los planes de gobierno y que apenas alcanza para que aquellos desconocidos que aspiran a llegar a la presidencia salgan del anonimato. Asimismo, la rigidez que establece el formato y que solo permitió en esta ocasión abordar los ejes temáticos que estipula el Comité Nacional de Debates Electorales con una sola pregunta para temas tan amplios, o en el debate anterior con una sola pregunta que se repetía tantas veces como el número de candidatos, no hace posible el análisis a fondo de los graves problemas del país. También debe modificarse el rol del moderador, quien no puede limitarse a ser un presentador y controlador de tiempo, sino que debe encauzar las confrontaciones cuando estas se desvíen del tema y no permitir reacciones o respuestas que resulten impertinentes u ofensivas.

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