
La temporada de estiaje vuelve a poner bajo presión al sistema eléctrico de Ecuador. En menos de un mes, el embalse Mazar, una de las principales reservas hídricas del país, ha registrado una caída acelerada de su nivel, un comportamiento que ya enciende alertas entre expertos del sector energético y obliga a las autoridades a activar planes de contingencia para sostener la demanda nacional.
Hasta el mediodía de hoy, viernes 26 de diciembre de 2025, la cota del embalse se ubicó en 2.143,08 metros sobre el nivel del mar (msnm). A inicios de mes, el nivel estaba en 2.153,28 msnm. El descenso de 10,2 metros en apenas semanas refleja la intensidad del estiaje que afecta al Austro ecuatoriano, zona donde se asienta este complejo hidroeléctrico estratégico.
El comportamiento del embalse no solo se evidencia en su nivel. El caudal también ha sufrido una reducción significativa. Entre el 1 y el 26 de diciembre, pasó de 88,98 metros cúbicos por segundo (m³/s) a 24,82 m³/s, con un mínimo registrado el 24 de diciembre de apenas 13,57 m³/s. Estas cifras confirman que la sequía de este periodo, que se extiende de octubre a marzo, está siendo más severa de lo habitual. Ricardo Buitrón, consultor en proyectos hidroeléctricos, advirtió que el escenario actual es preocupante.
“En promedio ya nos hemos consumido el 27 % del volumen útil de la reserva del embalse”, señaló, al comparar el caudal actual con registros similares de octubre de 2024. Antes del inicio de la sequía, Mazar almacenaba un volumen total de 383 millones de metros cúbicos de agua. Hoy, esa cifra se ha reducido a cerca de 306 millones, una señal clara del desgaste progresivo de la reserva.
Aunque el embalse aún está lejos de su nivel mínimo operativo (2.098 msnm), su importancia va más allá de una cifra puntual. Mazar alimenta al complejo hidroeléctrico Paute Integral, conformado por tres centrales: Mazar (170 MW) Molino (1.100 MW) Sopladora (487 MW) En conjunto, aportan 1.757 megavatios, equivalentes a cerca del 38 % de la demanda eléctrica nacional. Cualquier variación sostenida en su operación tiene un impacto directo en el suministro energético del país.
Frente a este escenario, el Operador Nacional de Electricidad (Cenace) ha optado por usar las reservas de Mazar de manera puntual y reforzar la generación con otras fuentes. Esto incluye un mayor uso de generación térmica y la importación de energía desde Colombia. A este panorama se suma que el país aún no ha incorporado 241 megavatios previstos de centrales fallidas y que uno de los contratos de generación flotante está próximo a vencer.
Mientras el estiaje avanza, Mazar se convierte nuevamente en un termómetro clave para anticipar si el país podrá sortear los meses secos sin revivir una crisis energética.



