UN CAMINO NADA AGRADABLE
Ecuador está camino a una nueva etapa política: el bipartidismo. Pese a que puede ser uno de los países de la región con el mayor número de organizaciones políticas reconocidas legalmente, son dos las que destacan -no necesariamente por su pulcro pasado, buenas decisiones y cuadros sobresalientes- por el apoyo popular con que cuentan, al menos por ahora. Este es el resultado de años de menoscabar el sistema electoral y partidos políticos, convirtiendo a las organizaciones políticas en empresas electorales, postulando a candidatos mediocres o atados a los hilos del crimen organizado. Es el camino que se labró por seguir los intereses propios y no los de los ciudadanos, por ver en el servicio público un forma de llenarse los bolsillo y no de prestar sus esfuerzo y conocimientos al progreso del país. Es un camino para nada agradable y que tampoco conduce a la solución definitiva de la crisis electoral y de partidos, que es uno de los grandes males de la sociedad ecuatoriana; es más, conduce a empeorarla. La polarización ya se siente. Los discursos extremistas ya son parte de las sobremesas y conversaciones familiares: si no estás conmigo, eres mi enemigo. Es tarea de los ciudadanos no dejarse contagiar del odio, el miedo y la desesperanza, combustibles que alimentan esa polarización.



