Las ollas de barro, que han perdurado a lo largo de las generaciones, continúan siendo elementos fundamentales en las cocinas manabitas. Estas ollas, fabricadas tradicionalmente con arcilla y cocidas a altas temperaturas, ofrecen una serie de beneficios que las distinguen de otros recipientes de cocción. Este utensilio tiene una larga historia que se remonta a civilizaciones antiguas.
Desde tiempos antaños, su uso se estableció en la tradición culinaria de muchas regiones, desde América Latina hasta Asia. Una de las principales ventajas de las ollas de barro radica en su capacidad para retener y distribuir el calor de manera uniforme. Esto permite una cocción lenta y suave, ideal para guisos, sopas y platos que requieren un proceso de cocción prolongado. A diferencia de otros materiales, como el aluminio o el teflón, el barro no libera sustancias tóxicas durante la cocción, lo que las convierte en una opción más segura y saludable.
A pesar de los avances tecnológicos en la cocina, las ollas de barro siguen siendo valoradas por chefs y aficionados por igual. Para garantizar la durabilidad de una olla de barro, es importante seguir ciertos cuidados. Antes del primer uso, se recomienda remojarla en agua durante varias horas para sellar los poros y evitar que absorba líquidos.