En primer lugar, en segundo lugar y en tercer lugar, la seguridad debe ser el enfoque principal de cualquier líder, y en este caso, del presidente electo Daniel Noboa Azín. La razón es simple: la seguridad es el cimiento sobre el cual se construyen todas las demás áreas de la sociedad. Sin seguridad, cualquier esfuerzo en economía, infraestructura, política social, institucionalidad y más, es como construir sobre arena movediza. No podemos avanzar hacia un futuro próspero si nuestros cimientos son inestables. La seguridad es la base que sostiene el edificio de nuestra nación, y sin ella, todo se desmorona. La situación actual de crimen y violencia en nuestro país es alarmante. Hemos llegado a niveles que sacuden las raíces de nuestra nación. Los asesinatos, robos, secuestros y violencia son pan de cada día, creando un ambiente de miedo y desesperación. Pero lo que resulta aún más desgarrador es el impacto que estos crímenes tienen en nuestros jóvenes. Nuestras escuelas y colegios, lugares que deberían ser refugios de aprendizaje y crecimiento, se han convertido en campos de batalla. Los jóvenes pierden su inocencia y su futuro, víctimas de la inseguridad. Es evidente que nuestro país no puede seguir soportando esta carga. La gente vive con miedo constante, los padres temen por la seguridad de sus hijos, y los jóvenes temen por su porvenir.
Es hora de un cambio, un cambio que debe ser liderado por un presidente dispuesto a enfrentar estos desafíos de frente y tomar medidas efectivas para garantizar la seguridad de todos los ciudadanos. En Daniel Noboa Azín, encontramos un líder que entiende la magnitud de este problema y está dispuesto a abordarlo con firmeza. Como presidente electo, tiene la responsabilidad y la oportunidad de marcar la diferencia. Tiene la oportunidad de cambiar el rumbo de nuestro país y llevarnos hacia un futuro más seguro. Su compromiso con la seguridad es claro, y eso es lo que necesitamos en este momento crítico. Para lograr una verdadera transformación en la seguridad, se necesitan políticas sólidas, recursos adicionales para nuestras fuerzas de seguridad y una mayor cooperación entre las agencias de seguridad y la comunidad. Pero más allá de todo esto, lo que necesitamos es un compromiso inquebrantable con la seguridad. La seguridad no es un lujo, es un derecho fundamental de cada ciudadano. Es el derecho a vivir sin miedo, a vivir en paz, y a tener la certeza de que el gobierno está haciendo todo lo posible para proteger a sus ciudadanos.
En Daniel Noboa Azín, vemos a un líder comprometido con este derecho fundamental. Vemos a un líder que está dispuesto a poner la seguridad en el centro de su agenda, en primer lugar, en segundo lugar, y en tercer lugar. Vemos a un líder que está dispuesto a luchar por nosotros, por nuestros hijos, por nuestro futuro. Su visión para un Ecuador más seguro es una visión que compartimos y apoyamos plenamente. Sin embargo, es importante recordar que la seguridad no es un objetivo en sí mismo, sino un medio para lograr un futuro mejor. Sin seguridad, no podemos construir una economía fuerte. Sin seguridad, no podemos construir infraestructuras sólidas que impulsen el desarrollo. Sin seguridad, las políticas sociales efectivas son inalcanzables, y nuestras instituciones carecen de la estabilidad necesaria para funcionar adecuadamente. Para lograr esto, es necesario un enfoque integral que aborde no solo la prevención y el control del delito, sino también las causas subyacentes de la inseguridad.
La educación, el empleo, la igualdad de oportunidades y el acceso a servicios de salud son componentes esenciales de una estrategia efectiva de seguridad. Además, se requiere una mayor inversión en tecnología y capacitación para nuestras fuerzas de seguridad, así como una mayor colaboración entre las agencias de seguridad y la comunidad.