Nicole Torres es ecuatoriana y ha vivido en Israel desde que tenía cinco años. Por ahora es una de las 700 compatriotas que decidieron quedarse en ese país a pesar del conflicto con el grupo terrorista Hamás. Desde el atentado criminal permanece, junto a su hija, encerrada en su departamento en Bat Yam a 100 kilometros del lugar de los ataques.Toma pastilas para los nervios y no es para menos: 20 de sus amigos fueron asesinados en la fiesta electrónica que se celebraba a 5 kilómetros de la franja de Gaza, en la que Hamás irrumpió y a la que ella también estaba invitada. “Desde el sábado no puedo dormir, nos bombardean a cada rato. En la TV dicen que Hamás están trayendo a bastantes terroristas para matarnos”.
Dice que desde el inicio de los ataques vive un infierno. Aunque sus familiares en Ecuador le pidieron que regrese, no lo hará. “No puedo dejar a mi gente”. Mery Hazan es guayaquileña. También reside en Bat Yam desde hace 30 años. Allí conoció a su esposo. Indica que él está hospitalizado por una enfermedad por lo que -al momento- no puede irse de ese país. Desde el ataque del grupo terrorista, su rutina transcurre entre su departamento y un búnquer que comparte con otros residentes del edificio. “Cada vez que pasa algo nos comunicamos con la familia. Vivimos el día a día. Con un ojo abierto y otro cerrado”. Desde su ventana ha visto la crueldad. Dice que estos diás de zozobra se han hecho eternos, aunque ella se mantiene optimista. Al menos1 900 personas han muerto en la franja de gaza y 1 300 de lado israelí desde que iniciaron los atentados del grupo Hamás.