QUE LE CORTEN LA CABEZA
Sólo en un libro mágico como “Alicia en el país de las maravillas” escrito por Lewis Carroll, cabe sentar personajes de pura ilusión como un conejo apurado, un sombrerero loco, un gato sabio que se desvanece al decir palabras sentencias, entre otros, la reina de ese lugar, proclive a ordenar que se le corte la cabeza a quien sin ningún juicio no goce de su aceptación.
En nuestro país de las pesadillas, cabe una institucionalidad desilusionante capaz de atropellarse hasta el canibalismo, en un encuentro en el que todos quieren la cabeza de todos. La precarización a la que hemos llevado nuestra cultura política nos convierte en transgresores de la ley, capaces de atropellar la constitución, muy a pesar de que los representantes de la justicia sean los primeros en el deber de cumplirla.
La Corte de Justicia pide la cabeza del presidente del Consejo de la Judicatura, quien a su vez intentó cortársela a la Fiscal. Ella a su vez lanza en ristre quiere cortársela primero. Y si el caos no terminase ahí, la Corte Constitucional quiere decapitar al Consejo de Participación Ciudadana y Control So- cial, el cual intentó formar una veeduría ciudadana para revisar las decapitaciones del pasado.
La única sin cabeza, la Asamblea Nacional, podría legitimar todas estas decapitaciones, pero todavía no está conformada, peor establecida, así que somos unos descabezados a la hora de tomar decisiones.
