Manta aún no termina de llorar a su alcalde y las preguntas en torno a su muerte siguen siendo incontables, ¿a quién le interesaba sacar del camino a Agustín Intriago? El joven político de apenas 38 años llevaba pocos meses de ser reelecto para un segundo período al que llegó con un alto nivel de respaldo en las urnas de las Elecciones Seccionales del 5 de febrero de 2023.
Cuatro días después de la inesperada muerte de Intriago que ocurrió el domingo 23 de julio en medio de un recorrido habitual de verificación de avances de obras, las interrogantes sobre las causas de su muerte aumentan. Varias personas del círculo cercano al alcalde han mencionado fuera de micrófonos que la visita al sector donde ocurrió el criminal atentado no estaba incluido dentro de las actividades de ese día.
Ahora hay varias sospechas, teléfonos incautados, un detenido y teorías efímeras que no aclaran el panorama, mientras avanzan las investigaciones. La Comandancia de la Policía en Manabí ha confirmado que el alcalde contaba con resguardo policial porque había recibido amenazas. Que existen denuncias en la Fiscalía sobre esto, pero no se ha podido precisar las causas exactas, o los posibles responsables.
Mucho se ha dicho sobre el antecedente de la ciudad que administraba Intriago que es una de las primeras, o la primera ciudad ecuatoriana en haber sido un eslabón importante del negocio de la droga. Los Queseros versus los Choneros, el origen de la violencia, pero vamos más atrás.
Para inicios del año 2000, Manta empezaba a escalar en cifras como una de las ciudades más violentas del país. Los crímenes superaron los 100 al año, y eran números alarmantes. Los hechos, una marcada rivalidad entre dos pequeñas bandas; los Queseros y los Choneros, que se disputaban los robos y las extorsiones en esa ciudad, pero también la distribución en las calles de mínimas cantidades de droga como marihuana y algo de cocaína, es decir, un precario microtráfico que hasta entonces no encendía las alertas de las autoridades, más allá de lo mediático localmente.
Y aunque Ecuador veía lejos el convertirse en un país vinculado directamente al negocio de la droga, en el contexto de lo que podría venir, Estados Unidos ya había puesto los ojos en este país. Para 1998, en un convenio firmado con Washington por parte del expresidente Jamil Mahuad, les otorgaba a los estadounidenses la autorización para instalar justamente en Manta, una base aérea denominada Puesto de Avanzada del Comando Sur de EE.UU., o FOL por sus siglas en inglés.
Las instalaciones de inteligencia con línea directa a Florida, tenían entre otras tareas, vigilar los cielos con aviones espías. Y así, desde esa ciudad costera de Manabí se informaba sobre lo que ocurría en Colombia, Venezuela, Perú, el Pacífico y Centroamérica en relación al tráfico de estupefacientes. Su ubicación estratégica permitió las capturas de barcos con droga, pero en esos primeros años también se detectaron barcos de pesca con emigrantes que salían de Ecuador en el peor éxodo migratorio de la historia, tras lo que fue el feriado bancario de 1999. Pero la base militar de los Estados Unidos duró relativamente poco.
En el año 2009, cuando Rafael Correa llegó al poder, cumplió su promesa de campaña del 2006 que ejecutó gracias a la Constitución de Montecristi en la que se incluyó la prohibición de bases militares dentro del territorio ecuatoriano, lo que ocasionó la ruptura del acuerdo firmado en el 98.
De regreso a lo que pasaba en las calles de Manta, ya para 2006, varios medios nacionales reportaron un incremento de los violentos asesinatos registrados en Manabí. Los responsables tomaban protagonismo en los principales titulares que tenían en zozobra principalmente a Manta, Portoviejo y Chone.
La banda de los Queseros, que estaba liderada por Carlos Cedeño Vera alias el Quesero, se enfrentaba a los Choneros que tenían como jefe a Jorge Bismark Véliz España, alias el Teniente España o el Chonero, quien fundó la organización delictiva en la década de los noventa en referencia a su lugar de origen, Chone.
Junto a él, ya por esos días figuraba alias Rasquiña, para entonces desconocido por las autoridades que lo identificaban solo por el apodo y como el tercero al mando de la banda criminal. Hay que recordar que Rasquiña, quien se llamaba Jorge Luis Zambrano González, fue el que terminó liderando la organización delictiva hasta el día de su muerte, a los pocos meses de obtener, de forma cuestionable, la libertad en 2020.
Alias JL, como también era conocido el delincuente, fue escalando tras la muerte de Bismark Véliz, quien cayó abatido en un enfrentamiento con sus rivales, cerca de Santo Domingo en 2007, y quien se hizo visible cuando comenzó a controlar parte del tránsito de la cocaína colombiana que circulaba por Manabí.