LA CAMPAÑA ELECTORAL EN ECUADOR
Existe un riesgo en el tipo de mensajes y soportes que se verá en la campaña electoral en Ecuador. Las y los candidatos, con pretexto de la premura de los comicios, apostarán por estrategias más digitales que de territorio. La premisa se puede traducir, también, en mensajes más superficiales que una real exposición de propuestas para solucionar los problemas del país.
Lo que es incluso peor, los postulantes posiblemente incurrirán en un juego de desprestigiar al otro para ganar votantes. Si eso llegara a pasar, el primer atacado será el actual Ejecutivo por una deducción simple: a él se le atribuirá la actual crisis política y de seguridad que enfrenta Ecuador. Y luego, quizá, vendrán las descalificaciones mutuas de tipo ideológico sin que haya un debate profundo sobre las ideas o propuestas para justamente resolver la crisis política, económica, social, migración que ha generado la propia clase política.
En el último padrón electoral de 2023, hubo 13 450 047 electores, según el Consejo Nacional Electoral (CNE). De ellos, 11,09 millones de personas están obligadas a sufragar. Tienen entre 18 y 65 años de edad y serán el objetivo del mensaje de las y los candidatos. La propuesta será enfocarse en los jóvenes, en los que están en las redes sociales y su aproximación será desde lo simple porque se asume que a la juventud se la atrapa con bailes en TikTok.
Ya hay muestras de que el discurso de propuestas está reemplaza- do por mensajes esquematizados para las redes sociales. Los propios anuncios de las precandidaturas se hicieron en las plataformas digitales como si se tratara del tráiler de una película de superhéroes para elevar el ‘hype’ o entusiasmo de los seguidores.
El pasado tampoco quita la razón a estos argumentos. En la segunda vuelta entre Guillermo Lasso y Andrés Arauz se utilizaron estrategias superficiales (zapatillas rojas) para crear la ilusión de cercanía con la juventud y no se leyó bien el mensaje que dejó la primera vuelta. Los jóvenes y la mayoría del electorado estaban cansados de la confrontación del país. El correísmo y el morenismo dividieron a la sociedad en ‘buenos y malos’, cuando siempre existen los matices y siempre existe la posibilidad de no estar de acuerdo sin que eso signifique ser malo.
Si bien los jóvenes, aquellos que están en las redes sociales, parecieran muy superficiales; también están más conectados con otras referencias y tienen otras necesidades. En TikTok o Instagram también se informan del medioambiente, de la lucha por los derechos civiles, de la libertad de expresión (que es la búsqueda de su propia voz), del respeto a las identidades…