MÁS SENTIDO DE URGENCIA

Quienes conducen el Ecuador deben entender que sin energía no hay futuro. Crecimiento y prosperidad equivalen siempre a mayor consumo energético; igual, por esa misma inclemente lógica, encarecer la energía o reducir su disponibilidad conlleva inevitablemente una reducción en la calidad de vida. Cuando no hay energía suficiente, un país queda atrapado en un perverso ciclo de empobrecimiento: no hay crecimiento porque no hay energía disponible y no hay recursos para adquirir energía porque no hay crecimiento. Por ello, históricamente, los países enfrentados a crisis energéticas se han visto abocados a medidas desesperadas, desde guerras de conquista hasta dolorosos éxodos organizados. Ecuador todavía no alcanza, afortunadamente, ese punto dramático, pero la temporada de apagones que estamos viviendo, que recién comienza y podría agravarse en los años venideros si no se hace nada, es una oportuna advertencia. Si a la crisis del sector eléctrico se le suma el sostenido declive del sector petrolero, con el fin estipulado del ITT aún pendiente, el panorama se torna sombrío. Mucho se ha hablado de ‘consensos’ o de un ‘acuerdo nacional’; si hay una causa en la que todos los ecuatorianos deberíamos coincidir, por elemental sentido de sobre- vivencia, es en la necesidad de contar con energía abundante, barata y garantizada. Desde ya, si es que solucionar esta cri- sis requiere medidas a largo plazo y re- mediar distorsiones ideológicas que nos están dirigiendo al abismo, las fuer- zas políticas necesitan trabajar en ello a toda costa. Esto es de verdad urgente

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