POLITIZACIÓN DE LA JUSTICIA

El país tiene demasiadas experiencias en o n i c a . n e t las que los políticos toman la Justicia a la fuerza, a veces con tanquetas, otras con resoluciones ejecutivas y otras más con cambios legales para el efecto. Los pretextos, asimismo, abundan. Impedir la toma de la Justicia por los opositores políticos, por el Congreso por ejemplo. Que la partidocracia estaba al mando de los jueces. Que los jueces responden al correísmo. Que la Justicia anda mal, que hay corrupción y mala atención. Todo ha servido para cambiar los magistrados y nombrar quienes sean cercanos al partido, al caudillo o al líder populista. La llamada Corte del 98 fue gaseada desde dentro del edificio de ese tribunal para que los jueces abandonen sus oficinas, y luego llegaron los cercanos al régimen de turno para procesar los casos conforme a lo que dictaban en Carondelet. Eso sería irrepetible. Hay varias alertas sobre el proceso de emergencia judicial que se prepara en el Consejo de la Judicatura. Es innegable que la Justicia no sale de la crisis y que la atención es cuestionada por los usuarios. También la corrupción, incluso la complicidad con el narcotráfico, de algunos jueces y funcionarios judiciales. Pero los ejemplos de la politización de los tribunales deben servir a las autoridades para no repetir los errores. Cada metida de mano ha sido demasiado costosa para el país. La buena voluntad de las autoridades no es suficiente, ni siquiera creíble. La Judicatura debe aclarar los mecanismos que usará para impedir la politización de la Justicia, sin importar el partido político.

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