AUTONOMÍA DEL AGUA
El agua es nuestro más preciado tesoro en Manabí, precisamente porque no existen abundantes fuentes, ni la distribución geográfica lo permite. Las limitaciones se encuentran precisamente en el riego, con tierras productivas que deben esperar solamente por el invierno. Lo que se ha logrado en infraestructura, vía embalses, como el de Poza Honda, o La Esperanza, ha sido una aspiración larga, matizada con esfuerzos y luchas de generaciones, para tener que ceder finalmente la administración del agua, de nuestra agua a los centralismos inconmovibles e inamovibles.
Con la renovación de representantes para la Asamblea Nacional, quienes resulten favorecidos con el voto, deben hacer causa común y perseverante en lograr que el agua sea nuestra competencia. Es más, con la votación determinante de Manabí para la elección de Presidente, se debe exigir como premisa disponer de la autonomía sobre todas nuestras fuentes hídricas.
Ya es hora de retomar la autonomía de Manabí, no como una palabra esperada, sino como una acción permanente hasta conseguir, en un conjunto de esfuerzos comunes y perseverantes, el control definitivo y total del agua, para darle nuestra visión y uso a nuestras exigencias. Será el primer desafío, pero nos vendrá oportuno como forma de organización y lucha. El agua no debe pasar por manos burocráticas, debe ser nuestra en disponibilidad y control.