Una inesperada noticia sacudió al fútbol español durante las últimas horas. Resulta que, según informan medios locales, el FC Barcelona está siendo seguido de cerca por un jeque árabe.
Pero no por uno cualquiera, sino, por el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed Bin Salman. A pesar de que el club blaugrana, al igual que el Real Madrid, le pertenece a los socios, este estaría dispuesto a comprar la totalidad de la institución por una cifra cercana a los ¡10 billones de euros! Un capital que solucionaría inmediatamente el problema de la deuda de más de 2.500 millones de euros que tienen hoy en día los culés.
Sin esta inversión, sería imposible saldarla en el corto plazo. Este ambicioso proyecto se inscribe en el plan más amplio que impulsa Arabia Saudita para ganar presencia en el ámbito deportivo internacional, una política que viene desarrollándose en los últimos años mediante capitales estatales y a través del Fondo de Inversión Pública (PIF). Bajo esa lógica, el Barça sería una pieza especialmente atractiva por su peso histórico y su proyección global.
Obviamente, el factor que separa a este hecho de una posibilidad está más que claro. Y es que el Barcelona, es de los pocos clubes grandes de Europa que continúa perteneciendo a sus socios. Un modelo que impide a toda costa la venta a capitales extranjeros.
La única alternativa viable para un desembarco saudí sería la de separar lo deportivo del negocio ligado al entretenimiento y la explotación comercial. A través de esa estructura, el Fondo de Inversión Pública (PIF) podría aportar capital en ese sector específico, sin participar en las decisiones deportivas ni en la conducción cotidiana del plantel profesional.
Por lo tanto, aunque la inversión solucionaría sencillamente la deuda que arrastra el club, la decisión le corresponde a los socios. Es decir, a estas horas es prácticamente imposible que se acepte el cambio de modelo. Por ahora, seguirá sin ser una SAD. Y si quisieran serlo, es un proceso que lleva su tiempo.
