REGALEN UN RUMBO

Sin rumbo y sin voz. Tras el revés electoral del pasado 16 de noviembre, el Gobierno Nacional se quedó sin ambas. Ha transcurrido casi un mes desde aquel momento y los ecuatorianos siguen esperando una definición clara de hacia dónde vamos en la lucha contra la inseguridad, en la reconstrucción del tejido social, en la generación de empleo, en la captación de inversión extranjera y en la pelea contra las mafias de la salud. Todo está nublado. El país, seguramente, cerrará el año con la enorme incertidumbre de desconocer cuál es la planificación para los próximos tres años y medio que le restan al actual régimen. Y eso se debe, en parte, a la falta de una voz -no como la anterior- que comunique eficientemente lo que se hace y no se hace, lo que se planifica, lo que se proyecta, lo que se combate, lo que se logra, y que responda con claridad y sinceridad a todas las preguntas, por más incómodas que estas sean. Una voz que rompa la muralla del silencio y que hable en otros espacios y no solo en los complacientes con el poder. Esa estrategia ha dañado la credibilidad del Gobierno y seguir con ella la dañará más. Reconstruir la confianza es un camino cuesta arriba. Un buen punto de partida sería dejar de tratar a los ciudadanos como ignorantes e irrespetarlos con sus silencios.

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