
El volcán Kilauea, uno de los más poderosos y activos del planeta, volvió a mostrar su impresionante energía este fin de semana en la isla de Hawái.
La erupción iluminó el cielo con destellos anaranjados y flujos de lava al rojo vivo que se extendieron por gran parte del cráter principal. Desde días antes, el Servicio Vulcanológico de los Estados Unidos había advertido una posible actividad eruptiva.
Y así ocurrió: la noche del domigo, la lava y los gases comenzaron a brotar con fuerza del cráter Halemaʻumaʻu, alcanzando alturas de hasta 330 metros. Las cámaras de vigilancia captaron el momento exacto en que la naturaleza desató su furia, dejando imágenes que recorrieron el mundo.
Durante casi cinco horas, el volcán mantuvo un espectáculo tan peligroso como fascinante. Según el Servicio Geológico estadounidense, en este episodio se liberaron entre ocho y nueve millones de metros cúbicos de lava, con un flujo promedio que superó los 650 metros cúbicos por segundo, la cifra más alta registrada en esta reciente serie de erupciones.



