CAMBIO O ESTANCAMIENTO
Desde que la actual Constitución fue aprobada, pese al 67% de voto favorable en septiembre del 2008, careció de legitimidad. Aquel proceso constituyente estuvo marcado por un revanchismo sin sentido que, bajo la justificación de combatir a la partidocracia, provocó un cambio en los cimientos del país para consolidar un modelo hiperpresidencialista, contaminado por el estatismo, el populismo y el chavismo. La Constitución de Montecristi, que nos rige ahora, tenía que durar 300 años y fue apoyada, en ese momento, por Alianza PAIS, Pachakutik, MPD, RED, ID y otros. En sus 17 años de vigencia, ese cuerpo legal ha sufrido cambios impulsados incluso por quienes la respaldaron. Ahora, el presidente Daniel Noboa propone un cambio total a la Carta Magna. No basta con anhelar el fin del Consejo de Participación Ciudadana, tampoco con retirar las menciones al buen vivir, impulsar mayor participación del sector privado en la economía, buscar imprescriptibilidad para determinados delitos o declarar que se acabará la Constitución correísta. Mucho de aquello se podría conseguir mediante consultas a los ciudadanos. A través de futuros asambleístas constituyentes, el país tiene la posibilidad de imaginar un Ecuador hacia el futuro, uno en el que sus ciudadanos vivan y prosperen en libertad, en el que el Estado tenga la capacidad y potestad de proveer seguridad y una red de asistencia a los más necesitados, pero a la vez de facilitar educación e innovación mediante la inversión privada. Las posibilidades son inmensas y comienzan, además, con la capacidad de soñar en un Ecuador mejor.



