EL BANANO NO PUEDE ESPERAR
La alerta sobre un foco infeccioso de Fusarium en una plantación bananera de El Oro representa una prueba crucial para el Ecuador, aun cuando las autoridades parecen no dimensionar todavía su gravedad. El riesgo de enfrentar una enfermedad letal para este cultivo —independientemente de que se confirme o no— permanece latente debido a la proximidad de brotes reportados en países vecinos. Esta es una amenaza que no puede tomarse a la ligera, menos aún tratándose del banano, un producto que sostiene nuestras exportaciones y aporta de manera significativa a la economía nacional. Esta nueva alarma debe servir como un ultimátum definitivo para que las autoridades diseñen e implementen un verdadero plan de blindaje fitosanitario. Es urgente identificar las zonas y actores más vulnerables, aprender de las lecciones que países como Perú han dejado en el manejo de crisis similares y actuar con la urgencia que el momento demanda. El problema debe enfrentarse con claridad, transparencia, rigor técnico y, sobre todo, con recursos concretos. No basta con emitir mensajes para calmar a los socios comerciales internacionales; la verdadera labor debe reflejarse en el campo, junto a los agricultores que hoy esperan directrices claras para protegerse de esta amenaza o, en el peor de los casos, para enfrentarla.


