DE CASTAÑO A OSCURO

Abg. Ramiro Rivera Molina titulo

Político ecuatoriano que ocupó la vicepresidencia del Congreso Nacional entre 2003 y 2005 Profesor universitario en Universidad de las América Presidente del Grupo @elcomerciocom

En el pasado, la expresión coloquial «esto pasa de castaño a oscuro», se entendía para decir: esto es ya demasiado, intolerable, excesivamente grave, admisible. Algo que ha llegado a un punto extremo y absurdo. Frase apropiada para referimos al paro nacional e indefinido de la CONAIE. A los irascibles dirigentes Marlon Vargas y Leónidas Iza a quienes esto ya se les fue de la mano. Lo que incitan e instigan no es una movilización genuina que exprese legítimos intereses. Persiguen el colapso de la democracia. La abdicación de la legalidad y de las reglas que justifican la convivencia y el bien común. La declaración del paro fue el pasado 18 de septiembre, enarbolando la bandera del subsidio al diésel que ha beneficiado a grupos privilegiados, la minería ilegal y al contrabando. Pero ha mutado en una campaña anticipada contra la consulta popular y la opción de una asamblea constituyente. ¿Alguien, en su sano juicio, imaginaba a dirigentes indígenas defendiendo los intereses de la economía criminal? ¿oponiéndose a que el Estado enfrente a los grupos terroristas y agrupaciones criminales del narco tráfico? Lo que ha venido sucediendo sobre todo en la provincia de Imbabura, donde se asienta el mayor yacimiento de la minería ilegal, es más que una infortunada coincidencia. Una escalada de violencia y barbarie que va desde impedir el acceso de sus habitantes al sistema de agua potable, la incursión a plantaciones florícolas, los pinchazos a las llantas del transporte público y privado, el extorsionar a los ciudadanos, la emboscada a un convoy que transportaba medicinas, alimentos y combustible, la violencia contra una caravana presidencial en Cañar, el privar del gas doméstico a las familias que no se suman a la violencia, las agresiones crueles causadas por encapuchados que actúan con salvajismo e irracionalidad. Las formas que los violentos llaman resistencia, han rebasado la legítima protesta, para aparecer con tácticas y herramientas usadas en los procesos insurreccionales y en las formas que asume el terrorismo. Buscan estrangular a las ciudades con desabastecimiento, el miedo y caos hasta llegar al colapso institucional. Pretenden que el poder legítimo abdique y se arrodille ante la perversión de un puñado de extraviados, con oscuros vínculos y en nombre del «pueblo», al que pidieron el voto que alcanzó a duras penas un 5% Nadie desconoce la postergación de ciertas comunidades rurales y la necesidad de políticas de Estado que remedien las inequidades. Aunque esto no sea preocupación de sus caciques que prefieren la pobreza de los demás y su rentable condición de clientela electoral. No podemos ignorar que no pocos líderes indígenas que han accedido a funciones de representación política y de gestión, han incurrido en actos de corrupción. No es vano, muchos de ellos logran comodidad y movilidad social, mientras sus comunidades permanecen en el abandono. Ha llegado el momento, para que en el Referéndum se decida la convocatoria a una asamblea constituyente y ésta, pueda corregir la irresponsable desmesura del estrambótico Estado «plurinacional», las distorsiones aberrantes de la «justicia indígena» que tuerce el sentido de la constitución; la torpeza del «derecho a la resistencia», los peligros que se ciernen con la «guardia indígena», el manejo ideológico del sistema educativo intercultural y otros desmanes que deben ser rectificados. Somos una República unitaria. El país no puede estar sumiso a un puñado de disfrazados que abandonan el orden y la ley. A pesar del relato de la protesta y la romantización de la violencia, oscuros intereses de la economía criminal, el fanatismo de algunos extremistas y las garras de una fiera herida que es el correísmo, buscan la caída del régimen y la implantación de la impunidad.

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