Christian Murillo Delgado PHD
Ph.D. en Gestión Pública y Gobernabilidad
Con el anuncio de la vocera del gobierno relacionado a la visita que realizará la Secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem para definir la ubicación de bases de seguridad estadounidenses en territorio ecuatoriano, es necesario hacer una cronología de las bases norteamericanas en el Ecuador y los respectivos efectos en esta relación bilateral. Las dos primeras, y únicas bases estadounidenses que se han construido en nuestro país, fueron: la Base Gama, ubicada en Salinas, Santa Elena y la Base Beta, localizada en la isla Baltra de Galápagos, las que fueron autorizadas por el presidente Arroyo del Rio en febrero de 1942, que fueron construidas para reforzar la seguridad de la parte costera de América del Sur y el acceso occidental del Canal de Panamá, durante la II Guerra Mundial la que al terminar provocó el desmantelamiento de ambas en enero de 1946, pero sin dejar atrás los beneficios que tuvo nuestro país debido a que se estimuló la exportación de productos como la madera de balsa, el caucho, la corteza de cascarilla y el arroz, del cual Ecuador se convirtió en el productor principal para los Estados Unidos como efecto de la posición de Japón en el conflicto bélico. En 1999, el presidente Mahuad, suscribió un convenio, que permitía que personal militar de los Estados Unidos maneje un puesto de operaciones avanzadas ( Forward Operating Location – FOL ) desde la Base Militar de Manta donde monitoreaban aviones radares para rastrear, detectar y controlar naves y aeronaves que realizaban actividades vinculadas al narcotráfico relacionado con la guerrilla colombiana, sin embargo a diferencia de las bases de la década del 40 este puesto de operaciones estaba bajo la vigilancia y control ecuatoriano, por lo que no existió la calidad de base; siendo necesario resaltar que mientras estuvo vigente hasta el año 2009, el FOL representó un apoyo estratégico en aspectos de seguridad por su gran ayuda al combate contra los carteles de droga, siendo reconocido por esos años el Ecuador como un país de paz en el cual se podía invertir, al punto que la inversión extranjera, en esa década llegó a competir e incluso en algunos años a superar la de nuestros vecinos, Colombia y Perú; quienes junto a Bolivia concentraban el 99% de laboratorios de droga en el mundo, mientras que el Ecuador apenas era un país de tránsito, pero con una alta tasa de control por la ayuda norteamericana, la que fue cuestionada por el presidente Correa por “atentar contra la soberanía del estado”, sin embargo hay que recalcar que una vez que salió el personal del FOL en el 2009, los controles y radares para embarcaciones de drogas fueron nulos, incluso estuvieron inexistentes por siete años, permitiendo el libre ingreso de narco avionetas y narco navíos marinos lo cual impactó a nuestra nación que pasó a tener niveles de violencia nunca antes vistos disminuyendo incluso la inversión extranjera, la cual ya no competía con la de nuestros países vecinos. Como producto de lo antes mencionado la situación de nuestro país llegó a la inestabilidad institucional, producto de un narcotráfico que se infiltró en algunas funciones del estado, incluida la justicia; sumando a esto la falta de recursos humanos, económicos y tecnológicos que se requieren para combatir al terrorismo producto de una delincuencia que se incrementó por faltas de controles; y que podría ser superada por el intercambio de inteligencia, capacitación de fuerzas de seguridad, además de la depuración y el fortalecimiento de todas las instituciones armadas. Ante lo descrito, la llegada de una o de varias bases militares estadounidenses no solo nos brindaría seguridad sino que fortalecería lazos diplomáticos que fomenten ayuda con asistencia económica, desarrollo de infraestructura, e incluso iniciativas de protección ambiental; sin dejar de mencionar la logística para una respuesta más eficaz en los controles de las rutas marítimas y aéreas del crimen organizado, las que por el efecto disuasivo que generarían controles más rigurosos, mitigarían las vulnerabilidades de las zonas afectadas por el terrorismo. En base a los antecedentes expuestos, la población en su gran parte es consciente de que el Ecuador tiene la necesidad de sumar fuerzas para enfrentar al terrorismo; realidad que al alterar la situación de todos los ecuatorianos no debe ser manipulada por posturas o ideologías de ningún tipo, sino que debe estar guiada en base a los beneficios del país, y en este caso la instalación de bases estadounidenses no afecta nuestra soberanía sino que por el contrario, la fortalece por cuanto un claro ejemplo del ejercicio de aquella es saber a quién permitir entrar a tu país y a quien no; y a esta altura ya hemos permitido ingresar a quienes han perturbado nuestra paz; es hora de permitir la venida de aquellos que nos ayudarán a ser nuevamente UN PAÍS DE PAZ.