Sobreviviente de la masacre en El Empalme relató cómo un simple impulso lo salvó

El bar La Clínica hervía de vida. Era domingo por la noche y unas cuarenta personas se entregaban al baile, a las risas y a los tragos. Jorge, uno de los asistentes, sintió de pronto unas ganas urgentes de orinar. A las 21:15 se dirigió al baño. No alcanzó a cerrar la puerta cuando escuchó ensordecedoras ráfagas de disparos. Afuera, el goce se transformaba en gritos, sangre y muerte. Jorge estaba en el bar disfrutando de unas cervezas con amigos, cuando ese impulso fisiológico lo salvó de morir.

Tras unos ‘eternos’ segundos en el sanitario, salió y se topó con la dantesca escena: “cuerpos regados por todos lados, gritos de angustia, sangre, cervezas regadas… estaba todo desbaratado”. El ataque fue tan violento y repentino que muchos ni siquiera tuvieron tiempo de reaccionar. Los cuerpos quedaron tendidos en el suelo. Otros fueron trasladados con urgencia a centros de salud en El Empalme, Quevedo y Buena Fe.

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