APOYO POLÍTICO A LA FUERZA PÚBLICA

En el país hay quienes cuestionan el trabajo de militares y policías. A veces lo hacen por desconfianza y otras por la gran exposición que tienen ante la delincuencia, el crimen organizado y el narcotráfico. En los grandes golpes que han dado las dos instituciones, Fuerzas Armadas y Policía, destacan uniformados que están convencidos de que su trabajo diario marca una diferencia en la seguridad de los ecuatorianos. Se preparan y dominan el miedo aunque quisieran tener mayores resguardos, incluso para su familia, pues tienen los mismos problemas que cualquier otro mortal ciudadano. Esos militares y policías también han sido parte del cambio nacional. Incluso, a veces, al no obedecer órdenes de los políticos para reprimir al pueblo, como pasó en 2005. Las últimas capturas, incluida la de Adolfo Macías alias Fito, demuestran que ambas fuerzas se recuperan de la arremetida política que disminuyó sus capacidades a menos de la mitad. A un grupo de políticos no les gustó que los uniformados hagan su trabajo, indaguen al narcotráfico y a sus alianzas con grupos políticos, o que tengan conexión con agencias internacionales para un fluido intercambio de información. Desbarataron unidades, sacaron a valiosos oficiales y los denostaron sin piedad. Este cambio, que se gesta desde hace cuatro años, está rindiendo sus frutos. Para ellos es un respiro que los políticos interfieran menos en las operaciones. Alcanzar la total confianza entre las fuerzas de seguridad y la política tomará varios años más, pero la ruta está trazada y la política no puede desnatar en su apoyo.

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