Santiago Palacios Montesinos
Comunicador Corporativo santiagopalaciosm@gmail.com
El crecimiento urbano y económico sostenible de los territorios no puede seguir limitado por fronteras políticas. En zonas con una alta interdependencia geográfica, económica y social, como ocurre entre Manta, Jaramijó y Montecristi, se vuelve urgente pensar en una planificación conjunta que permita optimizar recursos y responder con mayor eficacia a las necesidades de la población. Estos tres cantones conforman un eje estratégico para el desarrollo de Manabí. Manta, con su puerto internacional, infraestructura logística y dinamismo comercial; Montecristi, con su creciente actividad industrial y patrimonio cultural; y Jaramijó, con su identidad pesquera y potencial turístico. A pesar de sus diferencias, comparten una misma área de influencia, movilidad cotidiana entre ciudadanos, y desafíos similares en temas como servicios básicos, uso de suelo, seguridad y crecimiento urbano. Sin embargo, la planificación territorial aún se desarrolla de forma aislada, lo que genera duplicidad de esfuerzos, inversiones descoordinadas y un uso ineficiente de los recursos del Estado. Por ejemplo, no existe un sistema de transporte interconectado entre los cantones, ni una visión común para la expansión urbana o la protección de zonas ambientales clave. La experiencia de otras provincias ha demostrado que la planificación asociativa —a través de mancomunidades o agendas interinstitucionales— puede mejorar significativamente la calidad de vida de la ciudadanía, atraer inversión con mayor fuerza y generar políticas públicas más inclusivas y sostenibles. El reto, claro está, no es menor: requiere voluntad política, acuerdos técnicos y un modelo de gobernanza compartido. En este sentido, hay que reconocer que emprender un proceso de planificación integral entre cantones es una tarea compleja que toma tiempo. Por eso, aunque resulta difícil implementar una transformación de este alcance en la segunda mitad del actual período de gobierno local, sí es el momento oportuno para instalar el tema en la agenda pública, generar consensos iniciales y dejar sentadas las bases de una hoja de ruta compartida. La próxima administración local — en Manta, Montecristi, Jaramijó y los cantones aledaños— debería asumir el desafío de trabajar con una visión territorial conjunta. Pensar en una “zona metropolitana manabita” o en una “agenda litoral común” ya no debe ser una utopía, sino una estrategia para avanzar en orden, con eficiencia y con sentido de futuro. Manabí necesita dejar de crecer fragmentado para empezar a desarrollarse en comunidad. Apostar por una planificación integral no es solo inteligente; es, sobre todo, urgente.