Solucionar la inseguridad, que ya es una necesidad y un consenso nacional, requiere de un gran despliegue de fuerza policial y militar, presencia en las zonas de conflicto y un trabajo incansable de los uniformados.
La iniciativa de llevar el mando policial y militar a Guayaquil y celebrar el Consejo de Seguridad Pública y del Estado en Durán, son muestras del compromiso político con el combate al crimen y con los uniformados. No obstante, esta es solo una parte de la solución.
Los especialistas latinoamericanos saben que ninguna política de seguridad, en ningún país, es sostenible solamente con el uso de la fuerza, incluso con la futura exposición de los rostros de los jueces o fiscales que asisten a los delincuentes. Es necesario un acompañamiento, con toda la fuerza estatal, para llegar luego de la arremetida armada con ayudas. Lo más relevante es combatir la pobreza y la falta de servicios básicos, como el agua potable en Esmeraldas.
También con cambios para generar empleo, con ayudas al sector privado, y mejorar el ocio en los jóvenes. En este último punto, la Policía también cumple un rol. Lleva adelante iniciativas con las que fomentan valores, la convivencia pacífica y la participación ciudadana, como en Los Ríos. Su trabajo en este ámbito también es importante porque son quienes pueden ingresar rápidamente a lugares de riesgo. Las demás instituciones o fundaciones pueden llegar detrás de ellos. Nuevamente, la Policía requiere de total apoyo para la recuperación.