INKREÍBLE FICCIÓN

Abg. Ramiro Rivera Molina titulo

Político ecuatoriano que ocupó la vicepresidencia del Congreso Nacional entre 2003 y 2005 Profesor universitario en Universidad de las América Presidente del Grupo @elcomerciocom

Hay algo que no podemos negar. La chispa o el ingenio que tiene el demagogo para inventar relatos, chismes, fábulas, mitos, leyendas, ficciones o cuentos. Me refiero a la invención de un fraude que ha construido en su enorme imaginación el prófugo, al igual que lo hizo con el «influjo psíquico», para transferir a la percepción popular su ilusoria probidad y victimización. Digámoslo claro: el caudillo supera holgadamente al famoso cuentero de Muisne. Aquel astuto delincuente, Dante Reyes, que vendió hasta el reloj de la catedral de Guayaquil. Falleció mientras cumplía una condena de 25 años. El prófugo, en cambio, esquivó su condena y circula orondo mintiendo y propagando la fantasía de un «mega fraude». ¿Fraude y cómo? Describe una compleja mezcla de papel, tinta y esferográfico. El papel revestido de un lado con sulfato de sodio y bañado con un reductor, o sea, una sustancia que reduce dañándola en un proceso químico de oxidación. El prófugo ha mencionado el ácido tónico, sulfato ferroso, glicerina, pigmento negro, carbonato de sodio; una tinta invisible sin secado que al doblarse la papeleta desencadena la magia donde la raya se desplaza de un casillero a otro, por la simetría del diseño. Todo, afirma: «puesto en mesas cuidadosamente seleccionadas (…) de tinta acuosa transferible, hecha en la India y utilizada para los trucos de la magia, es el que tiene la etiqueta INKreíble». El alquimista del ficticio fraude dijo: “No permitieron hacer fotos de los votos, «porque con un iPhone de alta resolución se puede ver los pigmentos de las papeletas contaminadas. También el flash puede ser fotosensible, la tinta y se podría borrar ese rato y la gente descubrir que no estaba”. Su candidata, identificada en los chats de los «ligados», como «Rana René», aseguró que antes de la elección, se produjo un masivo e instantáneo depósito de $ 2 000 dólares a 400 mil personas. El prófugo es un obsesivo administrador de la posverdad, vocablo determinado en el Diccionario de la Lengua Española y de la RAE como «la distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales ». Se trata de algo rocambolesco, excesivo e inverosímil. Lo típico en la personalidad del caudillo populista: la danza de la retórica, el dramatismo extremo y la manipulación emocional. Un aturdido relato imaginario para deslegitimar un triunfo claro y contundente. Si sucedió, muchos votos migraron o se transfirieron de la emoción y seducción suicida a la sensatez y la razón. Las deserciones del populismo resentido y enfermizo hacia un liderazgo fresco que prefirió un relevo generacional. Cualquier neurólogo o psiquiatra, podrá advertir que el prófugo tiene un severo problema de salud mental.

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