ALIVIO LECHERO
La industria lechera atraviesa por una temporada dura. Cuatro problemas golpean al mismo tiempo y ponen en riesgo a empresas de las que depende, incluso, el programa de desayuno escolar. Uno: la informalidad. No solo porque no existen registros societarios de los productores o comercializadores, sino porque el 50% del mercado lácteo no tiene ningún tipo de control de calidad de los procesos de manejo de lácteos. Las provincias de Carchi y Manabí son las que registran mayor informalidad y sus productos, sin registro sanitario, son vendidos hasta en mercados municipales. Segundo: la caída del consumo en el país. Las últimas cifras oficiales dejan ver una reducción del 5% en 2024, lo que significa 300.000 litros por día, la mayor baja de la última década. Los motivos fueron dos: la sequía y los apagones. Integrar a los informales ayudaría a cubrir parte del déficit lechero en el país. Tres, en Carchi, además de los problemas crecientes de minería ilegal, presencia de grupos armados en la frontera, falta de comercio formal, hay contrabando de leche a través de fincas fronterizas. Y, el cuarto problema, es la deuda que tiene el Estado con los proveedores de lácteos para el desayuno escolar. En algunos casos ha llegado a demorar el pago hasta seis meses, lo que ha obligado a las empresas a endeudarse para mantener el servicio o demorar el pago a los ganaderos, miembros de la economía familiar campesina que dependen de ese ingreso quincenal. La industria necesita apoyo estatal para salir adelante, es un socio estratégico para continuar con el combate a la desnutrición infantil.