En Manabí ya se respira el ritmo de la cosecha de maíz. Los campos lucen dorados y listos para el inicio de una actividad que este año llega con mejores expectativas: más de 90 mil hectáreas cultivadas anticipan una producción abundante y sostenida. Con un rendimiento promedio de 170 quintales por hectárea, el panorama es muy distinto al de 2024, cuando la escasez de lluvias limitó la cosecha a apenas 90 quintales. Esta vez, las precipitaciones intensas favorecieron sobre todo a los sembríos en zonas de loma, y el uso de fertilizantes junto a semillas mejoradas ha permitido mantener a raya plagas y hongos. Manabí es la segunda provincia maicera del país, y el volumen que se proyecta confirma su peso en la economía agrícola nacional.
En el cantón Tosagua, epicentro de la producción manabita, los agricultores trabajan a contrarreloj. En la comunidad los Micos, un productor con cuatro cuadras cultivadas ha contratado una docena de jornaleros para extraer las mazorcas y ha alquilado una máquina desgranadora. La inversión por hectárea ronda los USD 2 400, y aunque la cosecha sea buena, el objetivo de muchos es, sobre todo, saldar deudas que arrastran desde ciclos anteriores afectados por enfermedades como el hongo. El precio aspirado por los agricultores es de USD 20 por quintal, una cifra clave para recuperar lo invertido y asegurar la continuidad del ciclo productivo. La temporada de cosecha se extenderá hasta julio, y desde ahora, Manabí vuelve a posicionarse como uno de los motores agrícolas más importantes del país.