¿PARA CUÁNDO LOS DE CUELLO BLANCO?
Que el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) está tomado por bandas de criminales no es nuevo. Todos lo saben, sino recordemos los latrocinios durante la pandemia del COVID-19, por citar un ejemplo. Pero los grandes males del Seguro Social no acaban ahí. ¿Qué hay de las derivaciones injustificadas? ¿Y de los contratos a dedo para compra de medicinas y otros insumos en los hospitales? ¿Y de las pequeñas clínicas que se convierten en grandes empresas de la noche a la mañana exclusivamente con pacientes del Seguro Social? A esos también hay que mirarlos con mucha atención y detenimiento. Sin embargo, nadie dice nada al respecto, ni siquiera el Gobierno y su representante en el Consejo Directivo del IESS. Peor aún los vocales que representan a los trabajadores y empleadores. Ellos deberían ser los más interesados en cortar esta succión criminal del dinero de los afiliados, porque afecta directamente a quienes dicen representar. Guardan silencio, cuando tendrían que rendir cuentas de su gestión y decir qué van a hacer. Pero independientemente de si son o no capaces de responder a tan simple demanda, la Contraloría debería auditar a los miembros del Consejo Directivo y directores del IESS para descubrir si son parte de la solución o del problema. Muy eficaz sería dar una amnistía para que proveedores pícaros devuelvan las facturas irregulares.