DEL DISCURSO A LA ACCIÓN
El presidente de la República, en su discurso de investidura, dibujó el país que quiere construir en estos cuatro años, dejando claro entre líneas que este es un nuevo inicio, porque en ningún momento se refirió a que continuará algo de lo que ha venido haciendo en este año y medio de gestión. Fue un discurso que también dio luces en algunos aspectos y dejó otros en el limbo. Lo que se quiere hacer es fácil de describir, pero el cómo siempre es esquivo y es lo que el ciudadano también exige conocer de sus gobernantes. Por ejemplo, la ampliación a cuatro carriles de la carretera Guayaquil-Quito o la promesa de 200.000 viviendas. Suenan bien al oído de cualquiera, pero cómo las piensa ejecutar es lo que omitió decir. La orden está dada. Ante centenas en la Asamblea Nacional y otras miles de personas por televisión nacional y redes sociales, el mandatario dispuso a sus ministros ejecutar sus promesas de gobierno. Está en sus manos hacer que ese Ecuador que describió en un poco más de 20 minutos se haga realidad. Es lo que todos los ecuatorianos esperan, por el bien del país y su futuro. Pese a que otros temas como el combate a las compras irregulares en varios hospitales del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social se quedaran por fuera de este nuevo Ecuador, al menos en el discurso.