¿QUÉ REFORMAS SON POSIBLES? II

Abg. Ramiro Rivera Molina titulo

Político ecuatoriano que ocupó la vicepresidencia del Congreso Nacional entre 2003 y 2005 Profesor universitario en Universidad de las América Presidente del Grupo @elcomerciocom

He leído cientos de páginas de las actas de la Asamblea Constituyente de Montecristi. No dramatizo si asevero que los diez dedos de las manos están demás para identificar a los asambleístas que sabían lo que votaban. El resto no tenía la más remota idea. Ni una minúscula noción de lo que hacían ahí. El pensamiento desocupado. La ausencia del Homo sapiens. Una pavorosa vacuidad, encandilados de ideologismo y ofuscados de romanticismo socialista. Rabiosos de rencor. Lo que explica el flojo, dilatado y fastidioso texto aprobado. Monumento al servicio del autócrata que los fascinaba. Ahora es la oportunidad para introducir todas las reformas necesarias. No hay mucho por inventar. Hay temas de sentido común y relevancia: Reinstalar las tres funciones del Estado (Legislativa, Ejecutiva y Judicial). Con las mejoras y cambios que exigen los nuevos tiempos. Eliminar las extravagantes y prescindibles funciones de «Trasparencia y Control Social» y la «Electoral». Enmarañados aparatos burocráticos saturados de corrupción. ¿Qué órgano asume la facultad de nominar a las autoridades de control? La representación política del Senado. La jurisdicción electoral podría radicarse en una sala especializada de las cortes de Justicia, con procedimientos abreviados. Trasmutar la Función Legislativa, estableciendo un sistema bicameral. Una Cámara Alta de control intraorgánico, con capacidad revisora y de moderación; que designe con mayoría reforzada de 2/3 o 4/5 a las autoridades de los órganos del Estado. La elección de legisladores en la segunda vuelta presidencial. Igual dispositivo de segunda vuelta, para alcaldías y prefecturas, cuando las candidaturas no alcancen la mayoría absoluta de sufragios válidos. Al parlamento sólo deberían postular candidaturas los partidos o movimientos políticos nacionales. Fijar un umbral de acceso al parlamento, como sucede en Alemania o España. Sin partidos sólidos no será posible mejorar la calidad de la democracia y la representación. Por cierto, que la sociedad digitalizada ha mermado el rol de intermediación que desempeñaban los partidos. No olvidemos otros cambios indispensables: El sentido del art. 5 que prohíbe el establecimiento de bases militares extranjeras o instalaciones con propósitos militares. La idiotez de la «ciudadanía universal», el concepto medieval del «derecho a la resistencia ». Hay más asuntos que se deben abordar, tanto en la constitución, cuanto de algunas leyes orgánicas como el COIP o el Código de la Democracia.

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