EL SILENCIO NO ES RESPUESTA

En Ecuador se ha vuelto una pésima costumbre dejar ‘en visto’ o simplemente ignorar los requerimientos e interrogantes que la prensa plantea para esclarecer casos relacionados con denuncias, irregularidades o procedimientos reñidos con la ley. Nada más equivocado que el silencio para disipar nubarrones grises o para intentar pasar ‘de agache’ ante la presión de la opinión pública.

Todos repiten el refrán de que “el que nada debe, nada teme”, pero pocos lo aplican. Peor aún, hay quienes eligen callar para luego pintarse como víctimas de acoso mediático, cuando la realidad es mucho más sencilla. Lo que se busca con una pregunta periodística no es hostigar, sino obtener una versión que complete el panorama. Porque, al no responder, las instituciones del Estado, los funcionarios públicos o ciertos personajes le fallan directamente al ciudadano, que merece conocer todos los ángulos de los hechos.

 Esa postura habla muy mal de quienes, estando al frente de organismos claves o manejando recursos públicos, olvidan que la rendición de cuentas no es opcional. El periodismo, cuando es ejercido con rigor y ética, no hace juicios, sino que informa, pregunta y expone. Silenciarlo o esquivarlo es negarle al país el derecho a saber si las cosas se manejan con transparencia.

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