Cada año, durante la Semana Santa, las calles de Ecuador se llenan de devotos que participan en las procesiones, una de las manifestaciones religiosas más tradicionales y esperadas del país. Sin embargo, detrás de estas solemnes marchas religiosas se esconde un negocio que no siempre es visible: el costo de organizar estos eventos.
Desde las bandas de música hasta los disfraces, pasando por los arreglos florales, todo tiene un precio. Las procesiones en ciudades como Quito, Guayaquil y Cuenca requieren una considerable inversión. Por ejemplo, en la capital, la tradicional procesión de Viernes Santo en el centro histórico moviliza a cientos de personas y equipos logísticos, incluyendo el alquiler de trajes de penitentes, transporte de imágenes religiosas, y la contratación de seguridad y servicios de salud. El costo de estos eventos puede superar fácilmente los 30.000 dólares, una cifra que varía dependiendo del tamaño y la relevancia de la celebración.