RESPETO AL RESULTADO

La jornada electoral del domingo dejó un resultado claro e incuestionable: una diferencia de doce puntos porcentuales entre los candidatos que no permite espacio para ambigüedades ni teorías conspirativas. La voluntad del pueblo ecuatoriano ha sido expresada con contundencia en las urnas, poniendo fin a una de las campañas más vergonzosas de la historia democrática del país. Ataques personales, desinformación y discursos polarizantes marcaron semanas de tensión que deben quedar atrás ahora que el soberano ha hablado. Los ecuatorianos votaron movidos por un doble temor: el avance implacable de la violencia criminal y la angustia de miles de adultos mayores ante la posibilidad de perder sus pensiones. En ese contexto, el sufragio se convirtió no solo en un acto cívico, sino en un grito de urgencia. Los votantes no premiaron promesas, sino que respondieron al miedo con una decisión clara, buscando en el nuevo liderazgo una respuesta concreta a sus más acuciantes preocupaciones. Por eso es momento de que se reconozca con madurez el resultado electoral. La democracia se fortalece no solo en la victoria, sino también en la aceptación de la derrota. El país necesita unidad, no resistencia estéril. La ciudadanía espera que todos los actores políticos, sin excepción, se pongan al servicio del bienestar común y trabajen con responsabilidad para enfrentar los retos que nos amenazan a todos por igual.

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EDITORIAL

RESPETO AL RESULTADO

Luego de una de las campañas electorales más vacías de propuestas, y llena de odio y miedo, es momento de bajar las revoluciones y aterrizar en la realidad del país. Aunque suene trillado y un poco utópico: hay que unirse.

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