PABLO ROSERO: EL VIENTO JOVEN QUE NECESITA MANABÍ

Dr. Medardo Mora Solórzano

Ex docente y decano de la Facultad de Comunicación de la Uleam. Periodista de vasta experiencia en prensa, radio y televisión. Actualmente director del periódico EL AUTONOMISTA

Manabí, tierra de sal y sudor, de horizontes infinitos y voluntades férreas, ha visto nacer a hombres y mujeres curtidos por el sol y la adversidad. Pero en estos tiempos convulsos, donde la política se ha convertido en un lodazal de promesas vacías y traiciones, emerge una figura que desafía el cinismo y la desilusión: Pablo Rosero Bermeo, el joven gobernador que ha llegado para agitar las aguas estancadas. Rosero no es un político al uso. No se le ve en los corrillos de poder, ni se le escucha en los discursos huecos de los demagogos. Su currículum, escueto y contundente, habla por sí solo. Abogado de los Tribunales y Juzgados de la República del Ecuador, con un MBA en Dirección Internacional y Gestión de la Innovación Tecnológica, este hombre ha sabido combinar la solidez del conocimiento jurídico con la visión de futuro que exige el mundo globalizado. Pero no se equivoquen los que lo subestiman por su juventud. Rosero, a pesar de sus 26 años, ha demostrado una madurez y una capacidad de liderazgo que muchos veteranos envidiarían. Su experiencia laboral, aunque breve, es intensa y variada. Ha sido Director de Articulación Política con otras Funciones del Estado, Director de Gestión de Conflictos del Ministerio de Gobierno, y Analista de Articulación Política. Cargos que le han permitido conocer los entresijos del poder, las miserias y las grandezas de la administración pública. Y ahora, como Gobernador de Manabí, Rosero se enfrenta al mayor desafío de su vida. Una provincia golpeada por la corrupción, la desigualdad y la falta de oportunidades. Una tierra que necesita un líder con coraje, determinación y visión. Y Rosero, a juzgar por sus acciones, está dispuesto a dar la batalla. No es un hombre de medias tintas. Su mirada es directa, su voz firme, su palabra precisa. No se anda con rodeos ni eufemismos. Dice lo que piensa, y hace lo que dice. Y eso, en un mundo donde la hipocresía y la ambigüedad son la norma, es un valor que se agradece. Rosero no es un mesías, ni un salvador. Es un hombre de su tiempo, consciente de las dificultades y los retos que enfrenta. Pero es también un hombre de acción, que cree en el trabajo duro, en la honestidad y en la justicia. Un hombre que no se conforma con el statu quo, y que está dispuesto a luchar por un futuro mejor para su tierra. Su formación complementaria, con programas internacionales en Japón y Barcelona, y certificaciones en ética, integridad y transparencia en la gestión pública, demuestran su afán por aprender, por crecer, por estar a la altura de las circunstancias. Rosero no es un improvisado, ni un advenedizo. Es un profesional competente, que se ha preparado a conciencia para asumir las responsabilidades que le han sido encomendadas. Pero Rosero no es solo un hombre de despacho. Es también un hombre de calle, que conoce la realidad de su pueblo, que escucha sus demandas, que se preocupa por sus problemas. Su experiencia como asesor en gestión aduanera y de comercio internacional, y como consultor en ROSBERM S.A., le han permitido tener un contacto directo con el mundo empresarial, con los emprendedores, con los trabajadores. Y no olvidemos su faceta deportiva. Paracaidista profesional y buzo certificado, Rosero es un hombre que ama el riesgo, que disfruta de la adrenalina, que no le teme a los desafíos. Un hombre que sabe que la vida es una aventura, y que hay que vivirla intensamente. En definitiva, Pablo Rosero Bermeo es el viento joven que traerá cambios positivos y mejores días para Manabí . Un hombre que ha llegado para romper moldes, para sacudir conciencias, para construir un futuro más justo y próspero para su tierra. Un hombre que, a pesar de su juventud, tiene la fuerza, la inteligencia y el coraje necesarios para liderar el cambio. Manabí, tierra de hombres recios y mujeres valientes, ha encontrado en Rosero a un digno representante de su espíritu. Un hombre que, como los grandes héroes de la historia, está dispuesto a darlo todo por su pueblo. Y eso, en estos tiempos de mediocridad y desidia, es un motivo de esperanza. Rosero no es un político al uso. Es un hombre de acción, un líder con visión, un joven con coraje. Y Manabí, tierra de sal y sudor, necesita hombres como él.

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