¿CON QUÉ CARA NOS MIRARÁN?

El debate presidencial por la segunda vuelta fue lo más parecido a una pelea de esquina, con la enorme diferencia de que fue reproducido en televisión nacional y en las redes sociales a vista y paciencia del resto del mundo, y pagado por todos los ecuatorianos con nuestros impuestos. ¿Y todo esto para qué? Para ver a los dos candidatos finalistas lanzarse pulla tras pulla con el único objetivo de dejar plantadas ciertas frases o ideas a las que sus estrategas de campaña puedan sacarle algo de provecho. Fue la evidencia de que la clase política ecuatoriana perdió la vergüenza. Tanto que les da igual que los califiquen de contrabandistas (o de estar ligados a ellos) o que les digan que son raterillos peseteros. Pese a la enorme distancia entre lo uno y lo otro, les da lo mismo, pues ninguno de los dos finalistas tuvo la entereza de negar cualquier acusación de alto o bajo calibre. También fue la clara exposición de un cinismo impúdico. ¿Con qué cara le dicen a los ecuatorianos que van a salvar a la Seguridad Social si no han hecho la más mínima gestión, en el poco o corto tiempo de sus gobiernos, para al menos brindar una solución clara a la crisis del instituto? Y como este hay muchos ejemplos. Lo del domingo pasado, en resumen, fue una ofensa a la inteligencia de los votantes.

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