En el recinto el Roto, en Esmeraldas, viven unas 100 personas, para ellos era el lugar ideal hasta que llegó la contaminación por el derrame del petróleo. El río era su ruta de conexión con otras comunidades, les proveía además de peces para su alimentación, pero sobre todo era el sitio de recreación para los más pequeños que han empezado a deprimirse porque ya no pueden nadar en él.
Están de vacaciones y hoy tienen prohibido bajar al río. Es de las zonas donde la limpieza y remediación aún no llega. El derrame del petróleo les tiene tristes. Particularmente El Roto es uno de lugares en que el olor a combustible es intenso. Esta es una zona de agricultores de cacao y algunas plantas están quemadas. Hay otros cultivos de ciclo corto afectados por la falta de agua de riesgo que obtenían del río.
El riesgo de contraer enfermedades y el peligro de deslaves ha obligado que al menos 18 familias salgan a un albergue en la escuela del recinto. Han recibido camas, colchones y agua, algunos alimentos, pero temen que esa ayuda termine.
