Abg. Ramiro Rivera Molina titulo
Político ecuatoriano que ocupó la vicepresidencia del Congreso Nacional entre 2003 y 2005 Profesor universitario en Universidad de las América Presidente del Grupo @elcomerciocom
No estoy hablando de Las cinco Leyes fundamentales de la estupidez humana, que escribió Carlo Cipolla. Si, algo vinculado con la frase de Albert Einstein cuando afirmó: «Solo existen dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy totalmente seguro de la primera ». Reseño el pensamiento de un héroe y mártir, que murió en la horca, en el campo de concentración de Flossenbürg, en Alemania, a sus 39 años de Edad. Teólogo a los 21 años, con la distinción summa cum laude (con el mayor elogio). Abrazó el protestantismo. En sus años de encierro extendió su espiritualidad y escribió varios textos. Dijo: «la verdad está en todos los lados». «Las personas no deben alejarse del mundo sin actuar con él». Hay una escultura suya en la abadía de Westminster, junta a la de Oscar Romero y la Madre Teresa de Calcuta, en la Galería de los Mártires del Siglo XX. Levantó su voz contra el nazismo, condenó el genocidio contra los judíos. Criticó el silencio de la iglesia, y su indiferencia ante la sangre de los inocentes. Fue acusado de participar en un complot contra Hitler. Al caminar hacia el cadalso expresó: «éste es el fin; para mí el principio de la vida». Su pensamiento está impregnado de una profunda convicción humanista y cristiana. Censuró las formas totalitarias del ejercicio del poder, las tiranías y la manipulación del odio y la irracionalidad. Al referirse a la estupidez humana y al estúpido, se pregunta cómo fue posible que un pueblo culto como el alemán, rodeado de ciencia, arte y filosofía, una gran parte, de pronto se tornó en estúpido. En tal condición, no se está tratando con una persona que discierna, sino con eslóganes, consignas y dogmas que están implantados e inamovibles. El estúpido está bajo un hechizo, maltratado y abusado en su propio ser. Embelesado por un líder carismático, dramático y envenenado, capaz de estupidizar a muchos. Contra la estupidez se está indefenso, decía. Las razones caen en oídos sordos. «el estúpido, a diferencia del malicioso está completamente satisfecho de sí mismo». Ante la estupidez no tiene sentido argumento alguno, Ni la razón ni la obviedad. Difícil y hasta imposible modificar sus creencias. Su mundo de pasión es imperturbable. Nunca dudará en sus afirmaciones ni admitirá que está equivocado. ¿Cuál es la naturaleza de la estupidez?, ¿algo genético? ¡No! Cualquiera puede volverse estúpido. En alguna circunstancia de crisis. Estoy recordando al teólogo Drietrich Bonhoeffer, quien pensaba que una persona en soledad reflexiona y no caería en la estupidez; que es entonces un problema de la muchedumbre embaucada. ¿Estamos ante un problema sociológico? ¿Hasta dónde podrá expandirse la estupidez?