LA PRENSA, ANTÍDOTO A LA DESINFORMACIÓN
La desinformación se siente cada vez más a medida que se acerca el día de la votación. Las alertas e informes de organizaciones que se dedican a reforzar la democracia y la libertad de expresión recogen, semanalmente, algunos de los ejemplos de las mentiras viralizadas en redes sociales y aplicaciones de mensajería. Los inventos van contra los dos candidatos finalistas, el presidente Daniel Noboa y Luisa González, sus declaraciones, sus colaboradores cercanos, sus familias y sus propuestas. El objetivo es fomentar la polarización, alterar el proceso electoral, crear narrativas de determinados problemas y provocar decisiones de las autoridades. En definitiva, buscan generar inestabilidad política antes del domingo 13 de abril. La desinformación lastima a las instituciones, ya que estas no son capaces de desmentir una información falsa con la misma rapidez con la que circula. De hecho, en el Foro Económico Mundial de 2025 se consideró a la difusión de información falsa como uno de los riesgos globales, calificado como prioritario por las venenosas consecuencias para la democracia, en especial cuando se relaciona con conflictos armados. La desinformación no va a desaparecer, pero es contraproducente regular el libre flujo de información e ideas porque la consecuencia es siempre la censura. La única forma de contrarrestar la información falsa es con información precisa, verificada y contrastada; es decir, con periodismo de calidad, para lo cual no se gana nada minando la credibilidad de los medios de prensa, alimentando rencillas entre periodistas ni manteniendo una posición de “no es conmigo” frente al trasnochado resurgimiento de una ley de comunicación. Hoy y en el futuro, una prensa responsable, sustentable e independiente es el antídoto a la desinformación.