MÁS APOYO A LA POLICÍA
El asesinato de un policía o de un militar tiene una connotación distinta para la sociedad. Cuando un agente armado y con capacitación para reprimir, es atacado y pierde la vida se evidencia que la delincuencia tiene ventajas. Los asesinos pueden estar mejor preparados para un ataque coordinado, pueden tener mejor armamento, tienen compromisos inconfesables que empujan su temeridad. Pero la más grande: la alta posibilidad de impunidad. Por otro lado, el policía tiene que cumplir procedimientos técnicos y legales para responder a la delincuencia. Sus armas son cortas y menos poderosas ante los fusiles de asalto. A veces sus turnos son interminables y sus recursos limitados para movilizarse. No obstante, al colocarse el uniforme saben que no solo tienen la obligación de defender a la población, sino que pueden perder la vida. Al matar a policías y militares, la delincuencia ejerce el más alto nivel de violencia en contra del país. El tenebroso mensaje que dan es que nadie está seguro, lo que se transforma en miedo. Las autoridades han advertido de un incremento de la violencia durante este mes, antes de las elecciones. La intención sería influir en la preferencia de los electores y los policías deben enfrentar la crisis. Los uniformados requieren de justos homenajes, como el realizado ayer a los agentes caídos, pero también de mejor preparación, más apoyo tecnológico, lugares dignos y seguros para descansar, y apoyo a sus familias. Hay policías que sí están dispuestos a dar su vida por el Ecuador. Hay que honrarlos.