El índice de pobreza sigue en aumento en el país

La mayoría de personas, de acuerdo con Carla Romero, economista e investigadora en tema de desarrollo, “nos ubicamos más hacia el centro de lo que realmente estamos. Hay gente que vive en la pobreza, pero creen que son clase media porque no son ricos, pero tampoco tan pobres”.

 Según el Banco Mundial, la clase media es la que gana entre $14 y $81 al día, es decir entre $420 y $2.430 al mes. Además, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), se considera que un ecuatoriano es pobre si gana menos de $3,05 al día y pobre extremo si gana menos de $1,72 al día.

 En este contexto, qué pasa con los ecuatorianos que ganan entre $3,05 y menos de $14 al día. No son ni pobres, pero tampoco les alcanza para ser clase media. Esta es la llamada clase vulnerable, conformada por 3,6 millones de personas que son extremadamente susceptibles a cambios repentinos en el entorno económico. Así, si viene una pandemia pueden caer rápida y fácilmente en la pobreza, o pueden escalar a la clase media si se produce un boom petrolero y el Estado gasta más en ayudas sociales, hace más obra pública, entre otras acciones.

 La realidad de una familia vulnerable se puede entender mejor con un ejemplo hipotético. María Morales, de 34 años, vive con su esposo Jorge, de 38 años, y sus dos hijos, Sofía (10 años) y Matías (7 años), en un barrio periférico de Guayaquil. Su hogar pertenece a la llamada clase vulnerable, con un ingreso familiar diario promedio de $30, lo que equivale a aproximadamente $7,5 por persona al día.

 María se dedica al comercio informal en un mercado local, donde vende frutas y verduras. Sus ingresos dependen de las ventas diarias, que pueden fluctuar entre $12 y $18 al día. En épocas de lluvia o feriados, las ventas suelen caer drásticamente. Jorge trabaja como ayudante en una construcción, un empleo informal y esporádico que le genera un ingreso promedio de $10 al día cuando encuentra trabajo. 

1 Susceptibilidad a crisis económicas: Durante la pandemia, el mercado donde María trabaja estuvo cerrado por meses, lo que eliminó su principal fuente de ingresos. Jorge, por su parte, se quedó sin empleo por la paralización de las obras. Esto los dejó al borde de la pobreza extrema, dependiendo de ayudas del Gobierno y donaciones de organizaciones locales.

 2 Acceso limitado a servicios básicos: La familia tiene electricidad y agua potable, pero carece de conexión a Internet en casa, lo que afectó la educación de los niños durante la pandemia. Debían usar el celular de María con datos móviles limitados para que Sofía y Matías pudieran acceder a las clases virtuales. 

3 Falta de ahorros y acceso al crédito formal: Al depender de ingresos diarios, la familia no puede ahorrar regularmente. Ante emergencias, como enfermedades o reparaciones del hogar, recurren a préstamos informales con intereses altos. 

4 Posibilidades de ascenso o descenso social: En 2012, durante el aumento de los precios del petróleo, Jorge consiguió trabajo continuo en una construcción vinculada a proyectos de infraestructura pública. Esto les permitió ahorrar un poco y mejorar su vivienda. Sin embargo, cualquier caída en la demanda de construcción o comercio puede devolverlos rápidamente a una situación de pobreza.

 5 Sin cobertura social: Al ser trabajadores informales, ni María ni Jorge tienen afiliación al IESS, lo que los hace vulnerables ante gastos médicos inesperados. 

La mayoría de los vulnerables sueñan con la clase media

 Los vulnerables, si la situación económica mejora, pueden subir a la clase media, pero su situación sigue siendo precaria y poco estable. De acuerdo con Romero, en Ecuador, como en casi toda América Latina, el aumento de la clase media está ligado a épocas de boom de exportaciones de materias primas como el petróleo. “No existe crecimiento económico sostenible en el tiempo ni redes de protección social que permitan mantener a personas en la clase media de forma estable”, acotó.

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