EL DESEO DE UNA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
El presidente Daniel Noboa y su equipo analizan la posibilidad de convocar a una Asamblea Constituyente. Esto a propósito de la campaña electoral que viene y que, a pesar de la indecisión del electorado, se perfila ajustada entre él y el correísmo. El mandatario, que busca la reelección presidencial por su propia tienda política, dijo estar convencido de que se requieren reformas profundas. La actual constitución, con 16 años en vigencia, ha sufrido varios cambios pese a que sus autores, el correísmo mayoritariamente, dijeron que duraría 300 años. Es innegable que la Constitución requiere una renovación. Sus principios rigen desde un supuesto Buen Vivir o mal aplicado Sumak Kawsay, que el propio movimiento indígena ha cuestionado por la manipulación de ese concepto ancestral. En la práctica, el ejercicio normativo creó aún más burocracia cuyo único objetivo es alimentarse a sí misma, en lugar de generar eficiencias y reales servicios a su población. Reforzó un estatismo que privilegia una matriz productiva diseñada por políticos, que impiden al privado y al mercado desarrollarse y prosperar en libertad. Se mantuvo al Estado como principal generador de empleo, haciendo del clientelismo la primera fuente de ingresos para millones de ecuatorianos. Se impidió al sector privado participar en servicios públicos y se vendió la quimera de la universalidad de la seguridad social. Sin embargo, ante la baja credibilidad de la política, el piso electoral del correísmo y su coincidente deseo de asegurar una Constituyente, es posible que la propuesta presidencial busque un cambio que empeore las cosas. La alternativa propuesta por los candidatos Daniel Noboa, Henry Cucalón y Francesco Tabacchi, apunta a plantear reformas a la Carta Magna, con consultas a la población. Lo que parece menos arriesgado y más alejado del fracaso chileno.