LA EJEMPLARIDAD DE LAS AUTORIDADES
Los tiempos críticos que vivimos como sociedad en el Ecuador exigen el ejercicio de un liderazgo marcado por la ejemplaridad. Y uno de los esfuerzos que ese liderazgo ejemplar demanda es el de mantener un discurso apropiado, mesurado y culto, más aún a la hora de discutir temas trascendentales para el bienestar ciudadano. Debe cuidarse tanto la forma como el contenido de los asuntos que se debaten o de las fallas y falencias que se denuncian; y de igual manera se deben seleccionar adecuadamente los canales a través de los cuales se ventilan diferencias o posturas contrapuestas. También el tono que los actores políticos imponen en su comunicación debe cuidarse, pues el modo en que interactúan se contagia a la población, determinando el clima social que imperará en el país. Si este es irrespetuoso, violento o sarcástico, a todo nivel se replicarán el insulto, la agresividad y la mofa. Quienes encabezan un ministerio, un municipio o cualquier otra institución pública no pueden jamás enfrentarse como mozalbetes que se pelean en un esquina o como truhanes que se disputan un territorio. La majestad del poder no puede rebajarse al nivel de una riña entre villanos y exponerse en redes sociales. El trato entre autoridades debe ser de altura: ponderado, respetuoso, prudente y sobre todo sensato, pues es el modelo que estarán transmitiendo a toda la sociedad.