OTRA FLECHA QUE HIERE AL TURISMO

Además de la crisis de inseguridad y de la energética, el sector turístico del país está siendo afectado por un boicoteador silencioso: el descontrol y la corrupción en calles y carreteras. Los ecuatorianos, penosamente, ya están acostumbrados a que ciertos agentes de tránsito en lugar de aplicar la ley y cobrar multas por las infracciones, ‘negocien’ arreglos económicos que van a sus propios bolsillos y no a las arcas de la ATM o la ANT. Pero los visitantes extranjeros no conocen esta realidad y suelen ser objeto de abuso de vigilantes inescrupulosos que pretenden ‘acordar’ pagos jugosos, a veces incluso sin que el forastero haya cometido falta alguna. No obstante, los excesos que se permiten amparados por el uniforme no son el único riesgo al que se exponen los turistas. En nuestras vías no se respetan los límites de velocidad ni los carriles de circulación, y la revisión técnica de los vehículos es susceptible también a la trampa, lo que no garantiza que su funcionamiento sea idóneo. Ese descontrol se traduce en altísimas cifras de accidentes cada año. De igual forma, cada vez se hace más frecuente la circulación de automotores sin placas, que en el marco del conflicto interno contra los GDO, incrementa la percepción de inseguridad. Un país donde no se respeta la ley ni siquiera en el ámbito vial, no puede resultar atractivo como destino turístico.

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