La noche cae en Manta y la víctima 290 acaba de ser abatida en el centro de la ciudad. Los sicarios la persiguieron hasta su casa; algunos dicen que los asesinos ingresaron hasta la sala y allí, adentro, le dispararon.
En ese instante los vecinos del sector donde ocurrió el crimen empezaron a cerrar las puertas de los negocios y las viviendas cercanas para ir a pararse detrás de la cinta amarilla que coloca la Policía y saber qué mismo pasó con Pedro Triviño, la víctima 290.
Es lunes 25 de noviembre, ocho de la noche. La avenida 24, una de las principales de Manta, ha sido cerrada por este asesinato. Los conductores no logran entenderlo y creen que es un accidente de tránsito.
Un crimen en esta zona de Manta no es común. La 24 es una calle cercana a la zona rosa de la ciudad y a la calle 13, un área comercial, y allí las muertes violentas no son muy comunes. “Ya no se puede estar tranquilo en ningún lado”, comenta un vecino del sector mientras se lleva las manos al rostro, sorprendido por lo que ha pasado.
La tranquilidad dejó de ser común en Manta. Han pasado seis meses desde que la ciudad fue intervenida por el Bloque de Seguridad. El 5 de junio de 2024, las comandancias de la Policía y las Fuerzas Armadas se instalaron en ese cantón para disminuir los índices de violencia que hasta finales de mayo ya habían cobrado 133 vidas; 41 víctimas más que en el mismo periodo (enero a mayo) del 2023, cuando la cifra se ubicaba en 92.
La situación era preocupante. Las masacres, donde asesinaban hasta cinco personas por día, ocurrían cada semana, principalmente en los sectores de Eloy Alfaro y La Pradera. Con la llegada del Bloque de Seguridad, la situación se calmó; incluso durante un mes no se registraron hechos violentos. Sin embargo, la racha llegó a su fin el 9 de julio, cuando asesinaron a dos hombres dentro de un vehículo. Desde entonces, la situación ha ido escalando.
