LOS JÓVENES NECESITAN RECUPERAR LA ESPERANZA

El deseo de salir del país, para huir de la inseguridad, de la crisis laboral, no ha terminado. En todos los estratos socioeconómicos prevalece ese anhelo que es poco alentador para el futuro del Ecuador: miles se han ido y otros tantos saldrían del país si tuvieran la oportunidad. Es un error romantizar la migración por necesidad. Es verdad, los ecuatorianos que salen, que en algunos casos ya van hasta cuatro generaciones fuera del país, son grandes trabajadores, hacen dinero para ellos y sus familias, y sus remesas ayudan a mantener la economía local. Guardan sus costumbres, su gastronomía. Algunos, en sus viviendas, tienen fotos de zonas emblemáticas del país para que sus hijos no olviden de dónde vienen. Pero, como lo mencionó en una entrevista el economista Augusto de la Torre, la salida de ecuatorianos y el aumento de las remesas es un síntoma de que algo va muy mal en nuestra nación. Y no es todo. Los insufribles apagones no solo lastiman gravemente la economía, están impactando en la vida cotidiana, en especial de los jóvenes, y en su visión del futuro. Así lo revela un estudio de Ipsos. Sin soluciones inmediatas, la Generación Z, por ejemplo, cree que hay falta previsión en el sector energético y ausencia de diversificación de la matriz energética como fuentes de energía renovable. No culpan solo al pasado; están resignados, no creen en nada, dice el estudio. Por eso no se comprometen con soluciones colectivas. Ilusión, ánimo, amor por el país, educación y oportunidades laborales, bajo un liderazgo, es lo que necesitan urgentemente los jóvenes. Solo así evitaremos que nos abandonen, que dejen su propia tierra.

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