La fundación del barrio “La Dolorosa” comenzó en 1951, bajo la dirección del padre Luis Hermida, entonces párroco de Manta. Con la aprobación del obispo Gavilanes, Hermida adquirió un terreno por $20,000, destinado a la construcción de una capilla. El lugar, aunque inicialmente era un arenal abandonado, fue considerado ideal debido a su amplia vista hacia la ciudad y el mar.
En abril de 1953, se fundó la Congregación de la Dolorosa de la Merced, la cual inició la recaudación de fondos mediante una colecta en el mercado local. Un año después, se llevó a cabo la colocación de la primera piedra en una ceremonia presidida por el padre Hermida, donde se realizó una misa campal que atrajo a numerosos fieles.
El compromiso de la comunidad fue evidente: el Comité Pro-Templo de la Dolorosa, junto con la Congregación de la Merced, se dedicó a la construcción de la capilla, la cual se finalizó en 1964, en un contexto de creciente población en la zona.
Crecimiento y Desafíos Actuales
Hoy, “La Dolorosa” es un núcleo vital para más de 5,000 familias en el barrio, que ha crecido en paralelo a la iglesia. Los vecinos, como Jorge Flores, han visto la evolución del sector y enfatizan en la importancia de la seguridad y el acceso a servicios básicos, como el agua potable. A pesar de los esfuerzos locales y la colaboración con las autoridades, los problemas de seguridad y vandalismo persisten, afectando la calidad de vida en la comunidad.
Mercedes Loor, otra residente, destaca la conexión de la comunidad con la figura de la Virgen Dolorosa, que ha sido un símbolo de fe y unidad. Sin embargo, también señala la necesidad de retomar prácticas comunitarias que han ido desapareciendo con el tiempo.
Sus moradores piden a las autoridades que no los abandonen y que les ayuden atendiendo sus necesidades primordiales de forma inmediata para poder asistir a misa y compartir de forma pacífica y tranquila.