SISTEMA SCHENGEN A PRUEBA

Esta semana el sistema comunitario Schengen se vio conmocionado por el anuncio de Alemania, que a partir del lunes 16 de septiembre implementó controles de pasaportes y documentos en sus nueve puntos fronterizos que lo conectan con al menos ocho naciones de esta comunidad. Obviamente esto de aquí afecta a la solidez del sistema Schengen, en el que participan 29 países, de los cuales 25 forman parte de la Unión Europea. Una de las principales fortalezas del sistema ha sido la movilidad entre Estados sin necesidad de ningún tipo de requisito, no solo para las personas, sino también para las mercancías, lo que ha impulsado la integración, el comercio, la circulación y el turismo, entre otros beneficios, los cuales se han evidenciado como un modelo exitoso desde el año 2019 de su integración. Alemania justifica esta medida argumentando el fuerte impacto de la corriente migratoria que está llegando desde distintas partes de Europa, principalmente de Asia, además de los refugiados provenientes de la guerra en Ucrania, Siria; así como se fundamenta en un liviano control que ejercen varios países del sistema al cuidar el acceso de migrantes irregulares en sus territorios. Sin embargo, esta justificación del gobierno alemán no es compartida, por supuesto, por la mayoría de sus socios comunitarios. Si Alemania rechaza este tipo de circulación de migrantes en su situación actual, lo que está haciendo es devolverlos a otros países del sistema Schengen, lo que no soluciona el problema de fondo. Esta situación se ha venido produciendo en distintos puntos del sistema desde hace algunos años, y Alemania, al igual que otros países, ha aplicado medidas similares. El gobierno ha anunciado que la medida será temporal y que pretenden mantenerla durante seis meses mientras evalúan sus consecuencias. El sistema Schengen establece que, para limitar la circulación, debe existir un grave caso de conmoción que esté afectando a un Estado; sin embargo, la crisis migratoria aparentemente no lo justificaría. Esta situación supone una gran prueba para el sistema comunitario europeo, ya que un pilar fundamental del mismo radica precisamente en el acceso y la libre circulación. Si comenzamos a crear nuevamente fronteras entre los países que forman parte del sistema Schengen, obviamente habrá un debilitamiento importante en este esquema fundamental para el desarrollo de Europa.